Cómo enseñar las emociones negativas en los niños

Así como ocurre con las emociones positivas, las emociones negativas cumplen una función en los más pequeños y es indispensable enseñarles a identificarlas. Si bien resulta necesario reconocer este tipo de emociones y expresarlas del modo adecuado, no siempre los niños logran medir la intensidad en la expresión de las mismas, llegando incluso a producir inconvenientes sociales y vinculares entre ellos. Por eso, es de suma importancia enseñarles sobre ellas, a fin de que logren actuar de manera asertiva ante los sentimientos o emociones negativas.

Las principales emociones negativas son:

  • Rabietas
  • Tristeza
  • Contestaciones
  • Rebeldía
  • Enojo-Enfado
  • Furia
  • Desobediencia

Es importante resaltar que cada emoción (sea negativa o positiva), tiene una finalidad o característica que nos ayuda en algún aspecto. Por ejemplo, el miedo nos protege, la tristeza nos ayuda a reflexionar, etc.

Ayudar a los niños a identificar y controlar las emociones negativas favorecerá los vínculos familiares y sociales. Adicional a ello, los niños aprenderán a reconocer las mismas en ellos y en los demás así como también sabrán cómo deben expresarlas de la manera adecuada.

5 Consejos para enseñar a los niños emociones negativas

En medio de la expresión de una emoción negativa es frecuente que, como padres, no sepamos cómo actuar y cómo ayudar a nuestro pequeño. Es por ello que, a continuación, daremos algunas recomendaciones:

  1. No te tomes la rabieta, enojo o furia de forma personal. Los niños, aún más los pequeños, no logran disociar de dónde proviene la emoción que están sintiendo. Por eso, es frecuente que su manifestación se produzca como un volcán en erupción. Si eso pasa, intenta tomar distancia de la situación y no respondas como si el niño o niña te estuviera hablando a ti en particular.
  2. Comprende sus emociones y no las dramatices. Es importante que los niños sientan que existe empatía de tu parte. Aunque no entiendas bien de dónde proviene su enojo o furia tú sabes, como adulto, que algo le está ocurriendo. Hazle saber esto con gestos, contención y palabras.
  3. Desvía la atención del niño luego ese momento de enojo. Lo peor que podemos hacer como padres es fomentar ese círculo negativo. Por eso, actuar cambiando la frecuencia de esa emoción dará muy buenos resultados. Recurre a juegos, música, cuentos o distracciones (a veces solo basta con desviar la mirada o atención mientras el niño/a esta con ese estado negativo), etc. Lo importante aquí es darle un tiempo a la emoción negativa para que se exprese, pero luego cambiar de dirección para que el pequeño sepa que no debe permanecer en este sentimiento de manera indefinida.
  4. Mantén la calma. Si bien no es fácil sentir calma cuando alguien está atravesando su momento de enojo, furia o rabieta es importante que lo hagamos. Esto será un ejemplo para los niños y les ayudará a regresar a la tranquilidad. Recuerda que los padres somos referentes emocionales para los niños. Si nos alteramos con facilidad, ellos aprenderán que de esa forma deben actuar. Por el contrario, si logramos establecer la calma en esos momentos, ellos aprenderán lo mismo e imitarán en un futuro.
  5. Cuida la autoestima de tu hijo/a. Acompañado a las emociones negativas, se encuentran sentimientos de inferioridad o desvalor personal, incapacidad o frustración para lograr algo. Intenta separar la emoción y su expresión de los sentimientos de frustración que a menudo acompañan a estas emociones. Hazle saber que, aunque sienta furia o enojo por algo que aún no ha logrado, esto no quiere decir que no lo logré en un futuro.

 

3 Juegos para enseñar a los niños a trabajar las emociones negativas

1.      ¡Me he quedado sin emociones!

La finalidad de este juego es que los niños controlen sus emociones y no que estas terminen por dominarlos a ellos. El mismo se puede realizar en niños desde los 10 en adelante.

Materiales que se necesitarán: Fichas para imprimir de emociones negativas. Adicionalmente, también se pueden incluir fichas de emociones positivas.

Preparación del juego: cada partida se puede jugar entre dos o cuatro jugadores.

Se reparten todas las fichas a los jugadores. Cada jugador deberá guardar sus cartas sin que el resto de los jugadores las vean.

Dinámica del juego: el jugador que comienza deberá colocar una de sus cartas sobre la mesa. Por ejemplo: la ficha de la tristeza. El niño que ha colocado la ficha sobre la mesa deberá contar alguna experiencia en donde haya sentido está emoción. Si lo hace de manera correcta, el turno pasa al siguiente niño. En caso de arrojar la ficha de una emoción pero relatar una experiencia en donde la misma no sea la emoción más relevante de la historia, deberá volver a tomar la ficha entre las suyas y el turno pasará a otro compañero. Gana el niño/a que se deshaga de todas las fichas que están en su poder.

2.      La mímica de las expresiones

Edades: desde los 6 años.

Materiales: Para este juego se utilizarán las mismas fichas empleadas en el juego anterior. También se puede usar las fichas de emociones positivas.

Dinámica del juego: se colocan todas las fichas boca abajo formando un mazo de naipes sobre la mesa.

El niño/a que comienza el juego, deberá coger una ficha y observar la misma, sin que sea vista por sus otros compañeros. A continuación, deberá realizar la mímica de la ficha intentando que sus compañeros adivinen de qué emoción se trata. El niño que acierta, llevará la ficha y la colocará del lado derecho de la mesa.

Gana el niño que haya conseguido mayor cantidad de fichas de emociones posibles.

3.      Las fichas de las emociones locas

Edades: desde los 9 o 10 años.

Materiales: las fichas utilizadas en los juegos anteriores.

Dinámica del juego: se coloca el mazo de fichas boca abajo sobre la mesa. A continuación, uno de los niños extrae una ficha sin que el resto la vea. El niño o niña deberá relatar una anécdota (real o ficticia) pero expresando la emoción contraria a la que se indica en la ficha. Por ejemplo; si el niño ha extraído la ficha de la furia, entonces deberá contar una experiencia de calma (ya que este es su opuesto).

Este sería un ejemplo: «estaba yo de vacaciones en el río y me encontraba cerca de la orilla. Poco a poco fui mojando mis pies en agua tibia y cristalina. Podía ver cómo algunos peces nadaban cerca de allí. Entonces sentí mucha _ _ _ _ _».

Es importante recordarles a los niños que no deben decir en el relato la emoción contraria ni su opuesto. Los niños deben adivinar de qué emoción habla la persona y expresar también su contraria; en este caso furia.

 

Fichas prácticas para ayudar a identificar las emociones en los niños

 

 

 

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